La demencia es una de las principales causas de discapacidad en adultos mayores, alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La demencia es un síndrome que afecta la función cognitiva y se caracteriza por el deterioro de capacidad cognitiva -la capacidad para procesar el pensamiento-, que va más allá de lo que se considera consecuencia del envejecimiento normal, puede ser causada por diversas enfermedades y lesiones que afectan al cerebro.
A medida que la demencia evoluciona, los signos y síntomas se vuelven más evidentes y más limitadores, y las personas afectadas empiezan a olvidar acontecimientos recientes, los nombres de las personas, se encuentran desubicados en su propio hogar, tienen dificultades para comunicarse, necesitan ayuda con el aseo y cuidado personal, y sufren cambios de comportamiento, como repetir las mismas preguntas o dar vueltas por la casa.
La demencia afecta a alrededor de 50 millones de personas, de las cuales el 60% vive en países de ingresos bajos y medios. Aunque actualmente no existe tratamiento para curarla o revertir su evolución, existen numerosas intervenciones que se pueden ofrecer para apoyar y mejorar la vida de las personas con demencia y sus cuidadores y familias.
Los objetivos principales de los servicios de atención relacionados con la demencia son diagnosticarla precozmente, optimizar la salud física, la cognición, la actividad y el bienestar, identificar y tratar enfermedades físicas concomitantes, detectar y tratar los síntomas conductuales y psicológicos problemáticos, y proporcionar información y apoyo a largo plazo a los cuidadores.
Si bien la edad es el principal factor de riesgo de demencia, la enfermedad no es una consecuencia inevitable del envejecimiento.
Los estudios demuestran que se puede reducir el riesgo de padecer demencia haciendo ejercicio con regularidad, no fumando, evitando el uso nocivo del alcohol, controlando el peso, tomando una alimentación saludable y manteniendo una tensión arterial y unas concentraciones sanguíneas adecuadas de colesterol y glucosa.
Otros factores de riesgo potencialmente modificables son la depresión, el bajo nivel educativo, el aislamiento social y la inactividad cognitiva.
La demencia tiene un gran impacto en los cuidadores, la familia y la sociedad, y puede tener consecuencias físicas, psicológicas, sociales y económicas. A menudo hay una falta de concienciación y comprensión de la demencia, lo que puede causar estigmatización y suponer un obstáculo para que las personas acudan a los servicios de diagnóstico y atención adecuados.
La OMS reconoce la demencia como una prioridad de salud pública y respalda el Plan de acción mundial sobre la respuesta de salud pública a la demencia 2017-2025, que es un marco integral de referencia para instancias normativas, asociados internacionales, regionales y nacionales.