LA TEMPERATURA A LA QUE COMES LA PATATA ES CLAVE PARA UNA DIETA ANTIINFLAMATORIA

Tan importante es la calidad de los alimentos que se ingieren como la forma de cocinarlos y con qué otros nutrientes los vamos a acompañar. Basta pensar, por ejemplo, en lo que ocurre con la patata, puesto que no es lo mismo para el organismo si se toma fría que si se toma caliente.

En su composición destaca el contenido en hidratos de carbono, mayoritariamente en forma de almidón y una pequeña proporción como glucosa, fructosa y sacarosa. "El ser uno de los vegetales con mayor contenido en almidón explica su aporte calórico (88 kcal/100 g de patatas). La fibra está presente en cantidades discretas", apunta la Fundación Española de la Nutrición (FEN) sobre este tubérculo.

Lo que nutricionalmente resulta más interesante es convertir ese almidón en el llamado almidón resistente, algo que se logra de manera muy sencilla. Basta enfriarlas durante al menos dos horas tras la cocción.

El mismo proceso se puede aplicar a otros alimentos como el arroz, las legumbres, la avena, el plátano macho o el boniato, como resalta Sandra Moñino, dietista-nutricionista en su libro Adiós a la inflamación, como apunta La Voz de Galicia.

Según su explicación, el almidón resistente, a diferencia del normal, llega intacto al colon y allí se convierte en alimento para la microbiota. "Por otro lado, estos carbohidratos nos aportarán menor índice glucémico respecto a los que no han sido enfriados por su mayor cantidad de fibra procedente de este almidón", agrega.

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