Para mejorar nuestra capacidad de memoria, a menudo pasamos por alto el poder de algo tan simple como un descanso. Hay un sencillo hábito de relajación que puede tener un impacto significativo en nuestra capacidad de retener información y en evitar los olvidos.
Hallazgos recientes revelaron los descubrimientos sobre la consolidación de la memoria y su relación con el descanso, que puede potenciar nuestra capacidad para recordar y comprender nueva información.
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Cuando nos enfrentamos al desafío de retener nueva información, a menudo subestimamos el poder de tomarnos un momento para descansar para mejorar la memoria.
Según un artículo de la BBC, investigaciones recientes revelan que dedicar entre 10 y 15 minutos por día a la relajación puede ser un hábito fundamental para mejorar nuestra capacidad de memoria.
Este concepto, conocido como "interferencia mínima", nos insta a evitar cualquier actividad que pueda distraer nuestro cerebro durante estos períodos de descanso.
Este enfoque tiene implicaciones para mejorar el rendimiento académico, pero también ofrece esperanza para aquellos que luchan con problemas de memoria, como la amnesia o ciertas formas de demencia.
Al liberar una capacidad de aprendizaje latente, estas pausas pueden ser una herramienta valiosa para fortalecer la memoria y mantener la salud cognitiva a lo largo del tiempo.
El mecanismo exacto por el cual el descanso parece ser beneficioso aún no se comprende completamente. Sin embargo, algunas de sus claves residen en cómo se forman las memorias.
Se sabe que, inicialmente, cuando se codifican, las memorias pasan por un período de consolidación y se almacenan en un sitio por largo plazo.
Las implicaciones más amplias de este hallazgo se hicieron evidentes recién a principios de la década del 2000, gracias a un estudio liderado por Sergio Della Sala, investigador de la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido, y Nelson Cowan de la Universidad de Misuri, en Estados Unidos.
El equipo se propuso descubrir si reducir la interferencia podía servir para mejorar la memoria de los pacientes que habían sufrido un daño neurológico.
Estudios posteriores realizados por Della Sala y Michaela Dewar, de la Universidad de Heriot-Wattt, demostraron que incluso en pacientes sanos, los períodos de descanso cortos pueden mejorar la memoria espacial.
Anteriormente, se creía que la consolidación de las memorias ocurría principalmente durante el sueño, cuando se intensificaba la comunicación entre el hipocampo (el sitio donde se forman las memorias por primera vez) y la corteza cerebral.
Sin embargo, un estudio de 2010 realizado por Lila Davachi, investigadora de la Universidad de Nueva York, EE.UU., reveló que este proceso también tiene lugar cuando estamos despiertos y descansando.
Más allá de los beneficios clínicos, los expertos coinciden en que programar períodos de descanso regulares y sin distracciones puede ayudarnos a todos a recordar material nuevo de manera más firme.
En una era de exceso de información, es importante recordar que nuestros teléfonos inteligentes no son lo único que necesita recargarse regularmente. Nuestra mente, claramente, también lo necesita.
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