En las neveras, la elección ya no es tan simple: ¿seguir fieles al yogur natural de toda la vida o probar las nuevas opciones vegetales hechas con almendra, soja o coco? Hoy, las estanterías están repletas de alternativas y etiquetas como "sin lactosa", "100 % vegetal" o "con probióticos" que prometen mucho, pero también generan dudas.
Ante tanta variedad, elegir qué poner en el carro, y en la cuchara, se ha vuelto un pequeño reto diario.
Yogur clásico o vegetal :)
El yogur lácteo (ya sea de vaca, oveja o cabra), continúa siendo un alimento muy valorado por su aporte de proteínas completas, calcio y, en muchos casos, probióticos beneficiosos para la flora intestinal.
También contiene vitamina B12, presente casi exclusivamente en productos de origen animal, lo que lo convierte en una opción interesante para quienes no tienen problemas con la lactosa.
Eso sí, la elección importa. Muchos yogures de sabores, con frutas o en formato bebible incluyen hasta 15 gramos de azúcar por unidad, el equivalente a tres terrones. Por eso, el yogur natural sin azúcares añadidos sigue siendo la mejor alternativa. Siempre puedes añadirle algo de fruta o un toque de miel si lo prefieres un poco más dulce.
El yogur vegetal se elabora a partir de bebidas vegetales como la soja, el coco, la almendra o la avena, fermentadas con cultivos lácticos. Es una alternativa apta para personas con intolerancia a la lactosa o que siguen una dieta basada en plantas.
Principales ventajas:
Ahora bien, conviene leer bien las etiquetas: muchos yogures vegetales vienen con azúcares añadidos, espesantes o aromas artificiales para compensar un sabor que a veces resulta más plano. Además, no todos están enriquecidos con calcio o vitamina B12, dos nutrientes clave en dietas veganas estrictas.
Seamos sinceros: al principio, un yogur vegetal de coco o de almendra no tiene el mismo sabor ni la misma consistencia que uno elaborado con leche de vaca. Pero el paladar se adapta rápido, sobre todo si lo acompañas con fruta fresca o una buena mezcla de avena y frutos secos.
Las diferencias entre marcas son notables. Algunos yogures de soja sorprenden por su cremosidad y por lo parecidos que resultan al yogur tradicional. Otros, como los de coco, tienen una textura más densa y un gusto más marcado, ideal si buscas algo distinto en el postre.
¿La clave? No se trata de elegir un bando.
Lo importante es revisar los ingredientes, evitar las versiones demasiado azucaradas y optar por lo que mejor encaje con tu cuerpo, tu estilo de vida… y tus gustos.
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