Aunque se sabe que el consumo excesivo de azúcar está relacionado con la inflamación y la diabetes tipo 2, su vínculo con el cáncer sigue siendo complejo. En este artículo te explicamos cómo el azúcar influye en el desarrollo del cáncer, los mecanismos involucrados y las estrategias para reducir su consumo.
El azúcar es una fuente de energía esencial para el cuerpo, pero los azúcares añadidos en los alimentos procesados son muy diferentes de los azúcares naturales presentes en las frutas y los productos lácteos. El "efecto Warburg" describe cómo las células cancerígenas metabolizan la glucosa a una tasa mucho mayor que las células normales, favoreciendo su crecimiento rápido (Quay, 2023). Sin embargo, el azúcar por sí mismo no causa directamente el cáncer.
Las investigaciones indican que un consumo crónico de azúcares refinados puede provocar inflamación y estrés oxidativo, lo que causa daño al ADN y favorece la progresión del cáncer (Quay, 2023). Además, un consumo excesivo de azúcar altera la producción de insulina y modifica el microbioma intestinal, lo que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer.
Las organizaciones sanitarias recomiendan limitar el consumo de azúcares añadidos a menos del 10% de la ingesta calórica diaria total (unas 12 cucharaditas o 50 gramos para una dieta de 2.000 calorías)(American Heart Association, 2020). La American Heart Association recomienda un límite aún más estricto del 6%, es decir, unas 7 cucharaditas (30 gramos) al día.
Para reducir el consumo de azúcar, considera estas recomendaciones:
Una dieta equilibrada rica en alimentos vegetales, proteínas magras y grasas saludables para el corazón, puede ayudar a prevenir el cáncer y mejorar la salud en general.